Hegel
precisa en varios pasajes de sus obras lo inesencial que se torna un asunto
cuando solo nos fijamos en su término, es decir, en una significación que solo
incluye el grupo de palabras o de fonemas que lo hacen nominalmente valorable,
pero aún teóricamente vacío. Esto sucede con frecuencia con las corrientes
ideológicas, cuyo nombre actúan en función de un significado, ciertamente, pero
este mismo es formulado de manera tan simple por muchos dado que aparentemente,
el análisis ha sido muy vago. Esta óptica para juzgar a las vertientes
ideológicas, que traen consigo un concepto, trata entonces de solamente fijarse
en los resultados que han provocado dentro de sus desarrollos para así
enunciarlos despectivamente o agraciadamente. De hecho, el autor consigna así
este problema:
“En efecto, la cosa no se reduce a su fin, sino que se halla en su desarrollo, ni el resultado es el todo real, sino que lo es en unión con su devenir; el fin para sí es lo universal carente de vida, del mismo modo que la tendencia es el simple impulso privado todavía de su realidad, y el resultado escueto simplemente el cadáver que la tendencia deja tras sí” [0].
Desde ese ángulo filosófico, cualquier tendencia o figura sería
vista como un cadáver que solo nos muestra lo que ha sido por último, y sin
embargo, no es ello todo su interior, ni menos aún, su fundamento.
En su
real dimensión, los medios de comunicación han acaparado esta tendencia para
así recapitular lo que las ideologías, tratados, y otras
cosas, quieren decir; cuando la verdadera información no se ha visto resumida
sino reducida, diezmada por la pobre
intelectualidad periodística de la era peruana actual. Así pues, las noticias
que se reflectan para la pantalla chica no infunden un análisis mayor a partir
de los hechos, sino la creación de los mismos, con comentarios carentes de una
lógica cuya virtud sea el bienestar
colectivo en información y no en desinformación. De aquí que parte del sector
periodístico haya sido “bautizado”, por la misma coyuntura mediática (no
exactamente por periodistas, pero sí en programas de ejercicio periodístico) como
la Derecha Bruta y Achorada (DBA). Y, luego, como a todo le corresponde su
opuesto, aparece el apelativo Izquierda Bruta y Achorada (IBA) o Izquierda
Cavernaria acorde a ciertos personajes públicos que reprochan aquella otra vertiente. Por
cierto, esta clasificación se realizó en miras a una crítica de uno hacia el
otro, o en todo caso, de personas que gestionan columnas en periódicos con una apuesta
por la neutralidad ideológica, aunque eso no sea posible en un periódico.
En este
artículo, mi intención es presentar dos problemas de corte social, como
son el caso de la minería y en específico, Conga, y la aparición del partido
político Movadef (Movimiento de amnístia y derechos fundamentales). Pues de ahí
se postularán las categorías DBA e IBA ya adelantadas, se explicaran y se harán
coincidir a como se expresan similarmente en la obra Apocalípticos e Integrados
de Umberto Eco, con las posturas actitudinales de apocalíptico e integrado, que se hacen adecuadas en toda cultura en medida en que la
industria y la diversidad de la masa de gente están en juego. En el caso
peruano, la crítica que puede existir a las formas en que se han seguido los
conflictos sociales ha canalizado el lenguaje en el cual ha mediado ella, y
supuso una bi-univocidad en tanto el discurso de la DBA y la IBA: eran achorados, y su inconformismo con el
gobierno de turno se traspone a la cultura peruana como tal. Es así que ahora
corresponderemos al tendente a la DBA
como el integrado, mientras que el fiel a una IBA, lo denominaremos
según el carácter apocalíptico de la obra de Eco. Por último, se presentará una
contrarrespuesta que, a mi perspectiva, llega a obtener más credencial
intelectual con respecto a cómo lindar política con cultura, o en todo caso,
poder con pueblo.
1. Caso Conga, diálogo entre culturas e
inversión minera internacional
En
cuanto al proyecto Conga, este estriba en la persecución acerca de si su
aprobación es inminente o seguirá siendo postergada por el descontento casi
general de los cajamarquinos hacia la instalación de una minera en su suelo. El
gobierno regional que rige el sr. Santos y el gobierno de turno de Humala han
comenzado una tensión que agrupa una serie de opiniones que apelan a la opinión
del pueblo peruano, pero a la cual tratan de persuadir mediante simplismos
carentes de información acerca de las circunstancias históricas y presentes en
el terreno. Por un lado, entonces, la Izquierda Cavernaria (IBA) asedia la
posibilidad de una concertación y un escenario dialógico en virtud de la
solución de este conflicto de vertientes
social y económico. Con Gregorio Santos a la cabeza, se acusa al
gobierno y a sus facilitadores, mediadores del diálogo, de concertar mesas de
diálogo donde la decisión ya está puesta en mesa y lo que esperan de la
autoridad regional es solo de dejarse convencer y aprobar el contrato con
Yanacocha. Así: “Santos consideró hace unos días que la labor de los
facilitadores había concluido y trascendió que no asistió a la reunión de hoy
por considerar que era un encuentro unilateral entre quienes apoyan el proyecto
minero”[1].
En cierto modo, esta réplica se sostiene en
que la economía del país es solo un tema político, y la incitación a la
inversión extranjera es característica de un orden neoliberal que, según ellos,
goza de una impunidad al suscitar desastres en el círculo de vida campesino sin
ser sancionados con alguna indemnización u otra pena. Ante ello, muestran un
carácter apocalíptico, en lo que
concierne a su disconformidad con el sistema prevaleciente. Eco describe a este
tipo de persona como alguien que va a buscar la agencia de los procesos
sociales o de su historia, desde la masa. Por ello, se rehúsan a la labor de
una industria que produzca para ellos, si es que ellos mismos pueden laborar y
delegar entre ellos sus asuntos. Santos, pues, se excede en esa inquietud, al
protestar con violencia ante la contraparte que, pese a recurrir en su mismo
problema (una fundamentación vacua), no merece tal trato. Aunque también se
esclarece lo siguiente:
“Y es precisamente en estos términos que la
función de los apocalípticos tiene validez propia, al denunciar que la
ideología optimista de los integrados es de mala fe y virtualmente falsa. Pero
lo es (lo comentaremos en algunos de los ensayos) precisamente porque el
integrado, al igual que el apocalíptico, asume con máxima desenvoltura (cambiando solo el signo algebraico) el
concepto fetiche de ‘masa’. Produce para la masa, proyecta una educación de
masa y colabora así a la reducción de los auténticos temas de masa” (Eco, 1965
23-24)[2].
De esta
cita, se deriva la correspondencia entre el partidario de la DBA con el
concepto de integrado según Eco. El
error es el mismo, que en palabras de Eco, sería que ninguna de las dos
posiciones ha superado el empleo de los conceptos “fetiche” como son los de masa, pueblo, cultura de masas,
o industria. En nuestro medio, tanto
periodistas como políticos de bancadas distintas hacen uso de estos términos
para apologizar la intervención foránea en la actividad de minería extractiva.
He aquí otro fundamento que ha persistido en la historia peruana desde varias
voces reconocidas; este es, según Eduardo Dargent, considerar que el manejo del
influjo económico en el país debe jerarquizar la argumentación técnica de sus
agentes, para con ello asegurarse – las industrias – la permanencia en la producción,
en perjuicio de los territorios natural y social en los cuales se instalan[3].
El mando de la economía sin la crítica política que le sobrevendría, pues, no
ofrece el resguardo a una promoción del bienestar de los grupos étnicos
instalados en la zona de Conga y, así, se vislumbra una desventaja para ellos y
un incremento de la suya en los otros.
Pero
estos mismos, los defensores del sistema existente, convergen su labor de
producción – aún utópica, porque las protestas no cesan – con la adopción de las formas externas de la cultura
popular. En su promoción vía los mass media, como por ejemplo, los periódicos y
los programas televisivos de noticias, orientan a la sociedad a valorar la
producción de la minera, pues a la larga, instaurará una perfecta igualdad en
las condiciones de cada individuo. No obstante, tal como lo sugiere Eco:
“Se da por descontado el convencimiento de que la circulación libre e intensiva de los diversos productos culturales de masa, dado que ofrece sin duda aspectos positivos, es en sí naturalmente ‘buena’. Como mucho, se adelantan proposiciones para un control pedagógico-político de las manifestaciones inferiores […] o de los canales de transmisión (control sobre redes de televisión). Raramente se tiene en cuenta el hecho de que, dado que la cultura de masas en su mayor parte es producida por grupos de poder económico con el fin de obtener beneficios, permanece sometida a todas las leyes económicas que regulan la fabricación, la distribución la distribución y el consumo de los demás productos industriales…” (Eco 1965: 57).
La
inmunidad del integrado se disipa si es que se realiza un estudio acerca de la
ascendencia histórica de los términos que al ser fetiches, son persuasivos y
punzantes para cualquier idea de corte capitalista y que fomente el
materialismo. El caso Conga, entonces, yace en la acometida de tanto una DBA
competitiva pero excluyente de todo correlato realista, dada la disociación
entre sus intereses y los intereses de la otra rama, los pueblerinos de
Cajamarca. Mientras que la IBA reside en un problema idéntico, es excluyente y
versa sobre un lenguaje cínico en relación a sus cómplices, ya que levantan la
voz en aras de una masa que,
evidentemente quiere modificar su realidad, pero inmediatamente son
condicionados a ser reflejo de una especie de religión hacia lo que delatan
algunos, y de lo cual se remeda todo, se consumen promesas y huelgas al igual
que el integrado lo hace con la producción capitalista.
2. Aparición de MOVADEF, factor CVR y
el lenguaje de la cultura de masas
En cuanto
a la aparición de este partido político, hay que señalar dos líneas de fuerza.
Por un lado, se trata de la razón fenomenológica de que se dé este llamado
MOVADEF en nuestras circunstancias políticas. Ocurre, pues, que la interrogante
metodológicamente adecuada para nuestra analogía tratada (partidario de DBA-integrado
y partidario de IBA-apocalíptico) es la siguiente: ¿cómo aparece un partido
ideologizado por una vertiente violentista al que, sin duda, se le atribuye el
mayor número de víctimas en el conflicto armado interno que duró dos décadas en
nuestros país. Ciertamente, hay una relación estrecha entre el Partido
Comunista Peruano – Sendero Luminoso y esta asociación presidida por seguidores
del Pensamiento Gonzalo. Así mismo, los jóvenes que se han adscrito a la causa
tienen toda una realidad psíquica que es imposible que solo sea la educación
carente de un amparo a la memoria colectiva – respecto al tema del conflicto
que se tuvo con SL – la que ha llevado a varios a hacerlo. Y es que la
desinformación no es necesariamente la razón principal sino la toma de
experiencia y formación de los jóvenes como individuos invisibles en una sociedad fragmentada, en la que aquellos que
batallan contra la justicia piensan que ella aún merece ser llamada Justicia
cuando no se dan las reparaciones ni las indemnizaciones debidas a las víctimas
de esta tragedia peruana. Por ello, la reflexión del joven adherido a Movadef
se apertura mientras que la justicia se ha postergado al igual que una
regulación educativa sobre la memoria acerca de estos temas que hubieran
reconciliado al joven promedio con su entorno social.
De aquí
se logran identificar a los personajes de Eco: el apocalíptico es el seguidor
de Movadef, al quien inescrupulosamente, persiste en que formalmente el
proyecto está en carrera porque, en aras de la democracia, su partido debería
ser inscrito en oficinas del Jurado Nacional de Elecciones. Y por otra parte,
el integrado no haría pequeño
esfuerzo para emplear una intuición sistemática ya común en la mentalidad peruana:
denigrar al filo-terrorista. Lo que sucede no sobrepasa la paradoja del
tolerante: si la democracia sigue tolerando a las conductas antidemocráticas,
la intolerancia será contra ella misma. Y el integrado lo sabe bien: desde la
vigiliancia mediática, sea en columnas periodísticas o por institutos de
opinión pública, los defensores de una estabilidad “sin proyectos sobre memoria
colectiva y sin intenciones de transformar alguna reforma educativa” atacan a
los “causantes” de tal conflicto: a la comisión de la Verdad y Reconciliación.
Algunas declaraciones como las de Aldo Mariátegui o Víctor Robles utilizan
estas modalidades comunicativas para sentenciar a Movadef, a la IBA, y,
excesivamente, a los defensores de la CVR. Y la imagen de integrados hace
alusión a su capacidad seductora y persuasiva para mantener el orden dentro de
las clases subalternas ante esta noticia de acometida de un partido afiliado a
una corriente terrorista.
Es así
que, como breve conclusión, hay ciertas cosas que recalcar. En primer lugar,
las posturas que hemos calificado de DBA e IBA pueden postergar sus dimes y diretes, pero cuando hay una
enorme atención hacia un mismo tema, la tensión embulle de tal modo que se
ponen de relieve las actitudes apocalíptico e integrado
tanto en uno como otra. Evidentemente, estas dos figuras no son determinantes
en aquellas: una época donde se escucha más a los “ilustrados” es una época en
que se diferencian las variantes de estos mismos personajes. Por otro lado, la
idea de este artículo ha sido abusivamente subjetiva: de ninguna manera intento
realizar una severa identidad entre las posturas respecto a las imágenes de
Eco. Como alcance mayor, entonces, se encuentran estos dos problemas que han
sido controversiales durante estos meses en nuestro medio: en el caso Conga y
en la aparición de Movadef. Y, sin ninguna duda, el silencio en política es
desfavorable para cada una, razón por la cual, si las tensiones sociales
continúan, sus pronunciamientos a la nación seguirán siendo tendenciosas y con
miras a un objetivo: persuadir y enviar al olvido a la postura contraria. Según
parece, ni el apocalíptico ni el integrado comparten el patrón que, sublimada,
sería la regla que presidiría la dialéctica del país: el valor de escuchar.
[1] http://elcomercio.pe/actualidad/1457029/noticia-caso-conga-facilitadores-afirmaron-que-seguiran-actuandoimparcialmente
[2] Eco. Apocalípticos e integrados.
[3] http://diario16.pe/columnista/18/eduardo-dargent/1911/simplismos
[0] Fenomenología del Espíritu. Hegel. Editorial Fondo de Cultura Económica.
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