El
posmodernismo en filosofía se ha entrañado en un conjunto de distinciones
acerca de la realidad y la forma de hacer filosofía, con lo cual se hace patente
las confusiones que trae referirse a algo por la categoría de “posmoderno”. A esta
noción corresponden varios significados, desde una manera de hacer cine en
estos días, hasta los programas que representan la decadencia en asuntos de
arte y que promociona la cadena televisiva MTV. Doyle, en un famoso artículo Por qué me aburre tanto el posmodernismo,
alude a esta corriente filosófica como un conjunto de doctrinas cuyos puntos en
común son los siguientes:
1. No
existe la verdad absoluta, es decir, la verdad es una construcción relativa a
cada lenguaje.
2. El
lenguaje es la manera constructora del ser y la realidad.
3. La
interpretación de los textos y el lenguaje adecuada radica ahora en asumir el criterio
de cuál es más útil que cuál otra, o cuál tiene adscrito mayor poder sobre las
demás, no si corresponde a la realidad extralingüística aquello que afirma.
4. Una
ciega desconfianza hacia las “metanarrativas” o discursos que intentan
representar la realidad (Doyle, 1996).
Es
importante poner a discusión esa primera tesis de los posmodernos, pues en la
filosofía griega existe una obra que nos asistiría en la refutación de aquella.
Es en Teeteto que Platón discute, en
forma de Sócrates, con la postura de Protágoras, acerca de si el hombre es la
medida de todas las cosas. Ciertamente, esa afirmación es falsa, si es que se
tiene pretensiones con ello de afirmar que el hombre decide qué es lo verdadero
y qué lo falso. Pero es pertinente distinguir en saber la verdad y que la
verdad exista, es decir, no depende de nuestra construcción más que el intento
de descubrir por parte de la mente humana qué es lo verdadero y qué no. De
hecho, el posmodernismo, según parece, opta por negar toda correspondencia
entre lenguaje y realidad, en mor de una correspondencia entre lenguaje activo
(utilizado por el filósofo hablante) y el lenguaje vigente (que ha marcado su
función en la historia por otras voces); sin embargo, fundamentan el porqué no
conocemos la verdad tal como son las cosas, pero no porqué no podría no existir
esa misma. En otras palabras, deberían reformular su doctrina, pues no sostienen
que la verdad acerca de las cosas tal como son no exista, sino que no hemos
conocido, y probablemente algunos dirían, es imposible conocer ese tipo de
verdad.
Así mismo,
otro esbozo de refutación hacia la misma tesis iría más o menos así. El posmodernismo
enuncia la superación del criterio de verdad como correspondencia, en medida
que discute acerca de la naturaleza de esta noción. En ese punto, se topa con
que son varios modos de descripción de la realidad los que justifican que la
verdad no puede ser descrita de un modo absoluto y certero. Aunque ninguna
descripción es privilegiada a priori para alzarse como la descripción general
de la realidad, sí puede existir la que se aproxime más a las verdades acerca
de lo real, es decir, aquella o aquellas que tengan un grado de precisión sobre
las demás. Lo que se pone en discusión según el posmodernismo es sobre si la
cantidad de errores que han incurrido grandes sistemas filosóficos y científicos
conlleva a no creer más en la existencia de la verdad objetiva. Aunque esto es
claramente objetable, dado que los progresos de las disciplinas humanas se han
dado al ajustar los modelos de pensamiento más a la realidad conforme aparecían
nuevas evidencias que se contrastaban con los modelos vigentes. Si al enunciado
p se le llamó una vez Verdadero, y ahora es Falso, eso solamente significa que
la realidad puede ser descrita desde diversas estructuras, en cuanto haya
teorías cuyas predicciones en algunos asuntos sean exitosas al cumplirse, y
teorías cuyas predicciones en los otros asuntos que también son exitosas. Esta
postura es asumida por realistas científicos como David Chalmers (1976), quien
sintetiza así un famoso debate en si se debe considerar a la naturaleza de las teorías
científicas como una búsqueda por descubrir la verdad o como meros instrumentos
para alcanzar el éxito y el mejor gobierno de vida.
A modo de
resumen, concentrémonos en la tendencia posmoderna a refutar una época del
pensamiento humano tan conocida como la Ilustración. En su interpretación de
cómo se dieron las cosas durante la misma, cunden las tesis ya enumeradas, en
el sentido que los pensadores coetáneos a esa época no conferían al lenguaje un
protagonismo en sus ideas, sino a la idea que la mente humana constituía todo
el conglomerado de sistemas filosóficos y científicos que hoy en día entendemos
como lo real. De esa forma, las refutaciones de los posmodernos, presentadas en
las tesis que describe Doyle, son a su vez contraargumentadas, dado que aun
mantienen una mirada equivocada de la verdad objetiva, entendiéndola únicamente
como verdad correspondiente a la realidad, y no a la realidad que hasta la época hemos construido lingüísticamente
pero sobre todo artificialmente de esta manera. La verdad o falsedad son
nociones que sobreviven precisamente porque garantizan cuáles son las
implicancias acertadas que cada postulado acerca del mundo tiene; es cierto, no es una verdad otrora
llamada Absoluta, pero nos aproxima cada vez más hacia ella.
CHALMERS,
Alan
2000 ¿Qué es esa cosa llamada ciencia? Tercera
edición. Madrid: Siglo XXI.
DOYLE,
James
1996 ¿Por
qué me aburre tanto el postmodernismo? Areté. Lima: Pontificia Universidad
Católica del Perú. Vol.VIII, Nº-1, pp.119-135.
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