Hay una gran mayoría de gente, que por alguna
razón u otra, no cree que los humanos hayan evolucionado según la teoría de la
selección darwiniana Normalmente, lo que se va
a escuchar, pues, que la teoría de la evolución es solo una teoría. Ese énfasis en que sea únicamente una teoría
hace alusión a que no ha sido del todo comprobada y no hay por qué creer en sus
corroboraciones. Ahora bien, ¿quiénes creen y por qué creen esto? La respuesta
más obvia es atribuir esta creencia a los más devotos en una religión, cuya
creencia es institucionalizada, al pertenecer a una orden o ser miembro de una
comunidad religiosa. La pregunta que yo prefiero hacer es por qué su visión del
mundo difiere con la idea que los cambios sobre el tiempo de la especie humana
fueron obra de mutaciones genéticas frente a la adaptación al medio ambiente.
La religión cristiana se caracteriza por dar
origen a una manera de enfrentar la inevitable realidad humana: había mucho
desconcierto ante los peligros que representaban fenómenos naturales como la
muerte, los desastres y las enfermedades (aunque muchas de estas no sean
completamente naturales). Freud señala que ese desvalimiento del género humano se
compensaba con la idea de que los dioses tenían guardada una mejor vida luego
de la muerte, es decir, si su desenvolvimiento en la convivencia con los otros
era la más certera; de ese modo, “se atribuirá origen divino a los preceptos
culturales mismos, se los elevará sobre la sociedad humana, extendiéndoselos a
la naturaleza y al acontecer universal” (Freud, 1927: 18). Las divinidades o,
en cuanto a los cristianos, la sola divinidad, protegen a los hombres de los
perjuicios que trae consigo estar en la naturaleza, y además, los que ocasionan
ellos mismos al juntarse en sociedades. Opino que esta relación que se
establece entre la religión y el origen y perpetuación de la cultura occidental
es clave para entender lo que pasaré a llamar “la hostilidad a la teoría de la
evolución por selección natural”.
Antes que nada, aclaremos una famosa confusión,
que ocurre entre la evolución y la selección natural. No son lo mismo, aunque ambos
sean términos que se acuñen al trabajo de Charles Darwin, famoso biólogo quien
es fundador de esta teoría de la evolución. Evolución, en efecto, significa el
cambio a lo largo del tiempo: es un cambio bien particular, pues ocurre en las
generaciones siguientes de una especie desde que aparece. No es individual,
pues sino se hablaría de desarrollo, no de evolución. Si de niño se pasa a ser
adulto joven, esto no significa que se haya evolucionado, sino como un
desarrollo humano. Entonces, ¿cuál es el cuestionamiento que hace la religión a
la evolución? Recientemente se publicó un análisis estadístico de Pew Research
Center, en donde se estimaba que solamente 32% de los estadounidenses creen que
la evolución humana se dio por procesos naturales como la selección natural. La
investigación se divide en cuál es la reacción ante la evolución por grupos
religiosos, y además, por afiliaciones políticas. En cuanto a lo que nos
concierne, no muchos dudan acerca de la evolución humana: esta especie, al
igual que los otros seres vivos, ha cambiado a lo largo del tiempo. De lo que
se trata es que la mayoría no atribuye a la selección natural ese proceso
responsable de la evolución: pese a que no se confunden los términos “selección
natural” y “evolución”, optan por reducir a la primera como solamente una teoría
que no es del todo corroborada. De ahí que una gran mayoría de habitantes de
este país, aunque divididos por diferentes modos de realizar la estadística
(género, edad, afiliación política, etc.), no favorece las inducciones a las
que ha conducido a la ciencia sostener una teoría de la selección natural. No
es solamente desconocimiento, rebasa ese estado anímico.
Resulta lícito que haya mucho desinterés hacia
esta teoría biológica. Pero también hubo hostilidad. Se sabe que, al menos, ha
sido por un breve periodo, prohibida su enseñanza en EEUU, específicamente, en
Kansas durante el 2012. Pero el caso que se hizo llamativo en la opinión
pública se dio hace décadas, en 1925, cuando estaba vigente una ley llamada
“Butler Act”, la cual establecía que toda entidad educativa de Tennessee no
debía enseñar alguna teoría que se opusiera a la Divina Creación, pues si fuera
así, sería prohibida. En ese sentido, se pasó del desinterés a la hostilidad
hacia la evolución humana por procesos naturales.
No me siento conforme con la adecuación de la
expresión “teoría” a algo que no haya sido comprobado. Soy un fiel a la
contingencia de este mundo, y estoy seguro que muy pocos científicos hoy en día
dirían que el universo ha sido interpretado por las mentes humanas por
completo: pero ello no significa que no haya hechos que corroboren lo dicho por
la teoría de la selección natural. Piénsese en si uno dice que la gravedad es “solamente
una teoría”, adhiriéndole ese sentido peyorativo e intolerante al que se le
atañe a la selección natural. Sin embargo, no creería que si salta de su cama,
no vaya a caer. Las teorías no son llamadas así gratuitamente, así que hay
mucha ignorancia al atribuirle a la teoría darwiniana un carácter de no
comprobada. Pues bueno, día a día se van elaborando nuevas ideas científicas
que van a colindar con la teoría de la evolución. Yo pregunto: ¿ellas tienen el
deber de adecuar sus predicciones y resultados a la manera de ver el mundo por
parte de las religiones? ¿O se trata más bien de un desafío que se pone a
colación frente a ese tipo de creencias, y que por tanto, amerita, y lo ha hecho
en algunas ocasiones, mayor debate entre el paradigma científico y el religioso
acerca de la naturaleza humana? Opto por responder la segunda pregunta diciendo
que así son las cosas. El sentido central de la responsabilidad ética con
nosotros mismos, no solamente parte de esa convivencia social por nuestra
inteligencia y capacidad de adaptación. Hay muchas otras habilidades
psicológicas o, quizá, religiosas que nos han permitido vivir en sociedades y
en aparente armonía.
Consultas:
FREUD, Sigmund
2001 El porvenir de una ilusión. Obras
completas. Ordenamiento,m comentarios y notas de Strachey con la colaboración
de Anna Freud, asistidos por Alix Strachey y Alan Tyson. Traducción directa del
alemán de José Etcheverry. Volumen 21. Buenos Aires: Amorrortu editoresPp. 1-56
Pew Research Center
2013 Public’s Views on Human
Evolution. Enlace: http://www.pewforum.org/2013/12/30/publics-views-on-human-evolution/
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