jueves, 24 de enero de 2013

Puntos de comparación entre la filosofía y la ciencia (I)



La filosofía modela la realidad a partir de la información que recibe de ella misma. Esta incurre en los grandes problemas, en general, de la realidad de las cosas, y en las propiedades de ellas, en particular. Cuando hablamos de las propiedades de las cosas, entre ellas, surgen problemas de fondo que esta actividad de examinación ensaya una propuesta de resolución. La filosofía, pues, resuelve los problemas de fondo que, a medida que ella avanza, identifica: no obstante, no es notoria esa travesía. ¿Cuáles son esas propiedades que terminan en colocar a la filosofía en un conjunto problemático de ideas? Son las propiedades de la realidad, a las que describimos según categorías como “física” “metafísica”, “material” “inmaterial”, Vale decir que las categorías no son exactamente sinónimos a las propiedades, pero son las maneras de denominar a estas para la formulación filosófica de la realidad.

Entre estas propiedades, surgen los encuentros entre la filosofía y la ciencia. La ciencia tiene como objeto de estudio la naturaleza, el ámbito que nos arremete y en la cual estamos inmersos, en donde tan distanciado como también al ser pertenecientes de ella. En Grecia antigua, hubo una tendencia a, tal como sugiere Heidegger, considerar que las ciencias técnicas que iban surgiendo por el pensamiento de su tertulia intelectual tenían un alcance filosófico en su completitud. Este autor señala que no hay manera de establecer una jerarquía de la filosofía sobre la ciencia: la filosofía trascendental kantiana pudo calificar a esta como la ciencia que es madre de ciencias, pero en su origen, para Heidegger, la ciencia germinó desde un pensar particular que era el filosofar. El filosofar, en contraste a cómo se creyó, no era ciencia, pero similarmente a ella, tenía pretensión de aprehender lo verdadero del mundo. En su origen, las ciencias fueron filosofías, y es así que es legítimo catalogar algunos puntos de concordancia entre la discusión científica y la filosófica.
Según parece, 1) la filosofía se ha encargado de conceptualizar las proyecciones estadísticas o matemáticas que ha descubierto la ciencia acerca de lo real. Al tratar de la filosofía que infunde el trabajo científico, pues, no basta con introducirnos solamente al contenido del conjunto de descubrimientos hechos por esta práctica; es necesario, al mismo tiempo, reconocer que la ciencia se ha caracterizado por  comprender y, en ese sentido, producir descubrimientos novedosos acerca de las unidades más simples como unidades más complejos de nuestra máquina llamada universo, como también los derivados propios de la técnica, como por ejemplo, inventos como la brújula, el reloj, entre otros. Esto a diferencia de la filosofía, cuya calidad de avances versa de otra manera: no se le puede exigir a ella descubrimientos novedosos, sino más bien la respuesta nueva a preguntas antiguas, que al ser pronunciadas y examinadas de nuevo, su peso histórico desaparece parcialmente para ser reconocida otra vez como una pregunta nueva y, por tanto, de relevancia. Ambas son disciplinas que, en cuanto disciplinas, son discursos históricamente condicionados a buscar la verdad. Sus métodos varían, y también el lugar de énfasis: la filosofía le da mayor importancia a la pregunta al realizar sus investigaciones.
No obstante, es una concepción de ciencia combinada de los avances tecnológicos la que conlleva a pensar que las ciencias han propuesto una relevancia en el descubrimiento, con el ánimo de escatimar la deliberación interrogativa. Esto claramente es incierto. 2) La ciencia no ha llegado apropiarse de las interrogantes (la filosofía tampoco, no se me malentienda) cruciales en torno a un proyecto acerca de toda la realidad, pero en torno a estas, se destaca en su historia un interés por responder al ¿Por qué X? cuando cursaba la era imperante de la Grecia intelectual. Platón y Aristóteles nos resaltan esa idea de ciencia como episteme: los científicos tenían que ser contempladores de los procesos naturales, y esperar con pasividad qué fenómenos iban a manifestarse en la perfección celestial, qué movimientos iban a ocurrir a vistas de ellos. Y asimismo, la ciencia de la modernidad, propalada por Galileo y Newton, apuntaba a brindar respuesta al ¿Cómo X? de la naturaleza física. Es así que podemos identificar una diferencia importante en torno al acercamiento científico: ya no se trataba de mirar pasivamente la dinámica del mundo, sino que el hombre, así como el filósofo, tenía que distanciarse de él para poder clasificarlo según las medidas más veraces. Esto significa que el científico, a partir de ahí, no podía pensar en el carácter subjetivo de participar en una relación con la naturaleza: toda verdad científica tenía que formularse como un juicio objetivo, es decir, independiente de toda subjetividad.
A propósito de ello, hay que considerar que la filosofía ha identificado que la ciencia se ciñe a un diálogo experimental entre la teoría y la realidad. Por sentido común, esto es empirismo: darle un plano experimental a una teoría para justificar su veracidad como hecho de la realidad, y su ulterior aceptación por la comunidad. Los acercamientos de la física clásica intentaron casi siempre ser globales; sin embargo, la metáfora formulada por Wittgenstein discrepa con esta pretensión de la modernidad: él cree que la ciencia es como una red de pescaque recoge con ella muchos pescados, pero nunca el todo que viene a ser representada por el mar. En otras palabras, 3)ningún juicio científico atrapa toda la realidad, aunque da modelos de ella con la finalidad de asignarnos un mayor soporte cognitiva cuando nos interrogamos acerca de aquella.
En este marco, se ha verificado algunas aproximaciones en que la filosofía evalúa el desenvolvimiento científico. Mediante la actividad filosófica, se hace más fructífera la aportación científica al rol del bienestar social y el principio de humanidad, porque no solo hay un matiz epistemológico de cómo se intenta conocer la realidad, sino que esa misma problemática es, a la vez, de vertientes ética o estética, porque la naturaleza se sirve de los modos de respuesta de la ciencia como de otras disciplinas. La ciencia contemporánea parte, en efecto, de la enseñanza de Einstein, al agregar este que toda respuesta que la naturaleza  puede dar son diversos No o algunos Quizá, así que el científico debe ser paciente y perspicaz para tolerar toda marca de lo real llevada a cabo por otra actividad, y a la vez, ensayar una versión de respuesta al problema de lo real sin atenerse a la idea que su respuesta y la realidad se encuentran en una asociación objetiva por siempre.