viernes, 3 de enero de 2014

¿Existo después de la muerte?



http://www.forafewmoviesmore.com/wp-content/uploads/2012/09/boromir-death-three-arrows.jpgCuando se trata de reflexionar acerca de la filosofía, los pasos que le dan una suerte de continuo y esperanza de mantener un trabajo constante al filósofo son sus propuestas. Ciertamente, la historia de esta tan inflamable disciplina, pues mucho crece requiriendo de pocos exponentes, se corrobora con la decisión de hacer más ponderable a la pregunta sobre la respuesta. Lo que intento decir es que la historia de la filosofía ha desenfrenado esa idea de que esta disciplina se interesa más por la fuerza que tiene la formulación de la pregunta filosófica, que la propuesta a la que uno puede llegar. De hecho, al inquirir filosóficamente sobre una cuestión, es decir, analizando la pregunta, nos topamos con preguntas más periféricas, como también preguntas más nucleares, y sin ofrecer una respuesta a ellas, la pregunta principal estaría expuesta a la incertidumbre.
Sin embargo, para que se logre un adecuado trabajo filosófico, sostengo que el análisis no debe focalizarse en solamente la selección y descubrimiento de las preguntas centrales que derivan de la primera que uno haya formulado: se merce contestar esas preguntas en apoyo tanto de las intuiciones filosóficas como de las evidencias de las otras disciplinas. Ahora, deseo concentrarme en el tema de la muerte. Es verdad, las preguntas filosóficas suelen lanzarnos  unas ráfagas de luz hacia nuestra consciencia, aunque a la vez, perturban, una vez más, el estilo de vida que en líneas generales, se había construido alguien. Es notable que la cuestión acerca de la muerte nos deje intranquilos a muchos. Preguntas tales como ¿qué es la muerte?, ¿hay algo nuestro que sobreviva a la muerte?, o ¿existe vida después de la muerte?, son los casos típicos de preguntas filosóficas en relación a la mortalidad. Como añadido importante, defino “preguntas filosóficas” como aquellas que pierden toda su influencia histórica que las hizo ver como si ya estuviesen desfasadas y fuesen anacrónicas, pues en realidad se distancian de las influencias que pudieron tener dado que, por un instante, persiste aún incertidumbre generada por ella al no tener una respuesta completa correspondiente.
Ahora bien, esas preguntas claramente se pueden responder de una manera bastante simple. Si tomamos una definición de muerte como “lo que sigue a la vida”, preguntar acerca de si existe vida después de la muerte sería una mala pregunta (por no decir ridícula), si tenemos en cuenta aquel significado de muerte. No obstante, si cuando hablamos de muerte, indicamos al mismo tiempo que nos referimos a la muerte del cuerpo, se genera un problema. ¿La persona muere si el cuerpo deja de funcionar? Si se asume una posición dualista, entonces el cuerpo se ve acompañado y, en algunos casos, gobernado por una naturaleza meta-física, que viene a ser la mente o alma. Aunque sugiero que la mente y el alma son temas distintos, es posible que se asemejen para un dualista: el punto es diferenciar que la muerte solo afecta al aspecto físico de las personas, pues permanece su aspecto metafísico, la cual se ocupa de la psicología y la racionalidad de ellas.
Al contrario, la muerte ocurre de modo definitivo en la persona si se asume una posición fisicalista fuerte. En ella, se defiende que la muerte es un evento que ocurre sobre entidades totalmente físicas, y que la mente deriva, más bien, en un discurso o manera de hablar acerca de habilidades intrínsecamente físicas. Es verdad, hay tipos de fisicalismo más débil (como  el de Davidson o el de John Searle), pero el fisicalismo fuerte al cual me refiero afirma, como ya anticipé, que la mente se reduce a lo físico, y no existen separadamente, ni menos una interacción entre ellos: se habla de una sola entidad que recibe estimulaciones físicas y actúa físicamente.
Al parecer, las cuestiones acerca de la muerte derivan y se resuelven si es que se maneja una noción de muerte. El impasse que genera no entender de la misma manera lo que es la muerte es lo que deja tranquilos o excitados a muchos que han pensado este problema. Sin embargo, los ensayos de respuesta pueden contraer otros problemas. A mi juicio, la posición dualista tiene un percance muy grave y que podría descompensarlo como una posición filosófica respetable: si son entidades diferentes, ¿de qué manera una sustancia inmaterial como el alma puede interactuar sobre una sustancia material como el cuerpo? Si ese problema de la interacción no es resuelto, todo el argumento que ofrecen quedaría diezmado. Pero a la vez, el fisicalista reductivista tendría que responder a lo siguiente: si  todas las entidades son físicas, ¿qué sucede con los conceptos de creencia, intencionalidad, y moralidad? ¿Se tornarían propiedades únicamente físicas de seres físicos con gran capacidad intelectiva como nosotros? Si asumen que sí, resulta notable que conceptos que no incumben al vocabulario físico estarían siendo contenidos en este, lo cual no es posible, ni siquiera es útil. De modo que, ni en una posición fuertemente dualista, ni en una fuertemente fisicalista, los problemas están resueltos con solo tener una definición de muerte.
No termino satisfecho este artículo. Sé poco sobre los avances de la medicina y las neurociencias acerca de cuándo es que aparece la muerte, si es que el cerebro se detiene en su funcionamiento desde el momento en que la persona aparenta estar muerto. Además, sé que es muy sensible el tema sobre el alma, pues si se quita de este asunto hablar del alma, se quita con ello toda una tradición religiosa de pararse frente al problema. De hecho, cabe esperar cómo va evolucionando este discernir sobre la cuestión de la muerte, ya que, insisto, es una pregunta filosófica, enteramente renovable.

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